Por: Viviana Cerón
Experta en salud y cambio climático.
Hacer frente al riesgo climático en salud implica tener un concepto claro de vulnerabilidad: de qué se compone, cómo opera, cuáles son las vías y qué tipo de gradualidad o cambio requieren las acciones para disminuirla, es decir, construir la capacidad de adaptación. Según el IPCC la capacidad de adaptación hace referencia a “Capacidad de los sistemas, las instituciones, los seres humanos y otros organismos para adaptarse ante posibles daños, aprovechar las oportunidades o afrontar las consecuencias” (IPCC, Anexo I: Glosario, 2018, pág. 76).
De la definición se puede inferir que, construir capacidad de adaptación para la salud necesariamente implica fortalecer la gobernanza desde su sentido más amplio, aquella que reconoce la articulación y sinergias entre los gobiernos de los diversos niveles territoriales, instituciones, las organizaciones sociales y el sector privado para planificar medidas a corto, mediano y largo plazo.
La adaptación en salud debería considerarse como un proceso, un estado y una estrategia, donde la flexibilidad (Wheeler & Watts, 2018) y la habilidad para el desarrollo de acciones graduales (o incrementales), transicionales y transformativas deben ser un continuo temporal en los territorios que resulte en la disminución del riesgo climático en salud. Construir capacidad de adaptación para la salud requiere calidad en la gobernanza y ejercicio sectorial efectivo (Gráfica 1. Lógica de la promoción de la salud a través de la gobernanza para potencializar los cobeneficios en salud y prevención de la mala adaptación).
Gráfica 1. Lógica de la promoción de la salud a través de la gobernanza para potencializar los cobeneficios en salud y prevención de la mala adaptación.

Fuente: Elaboración propia.
El éxito de la construcción de la adaptación en salud requiere liderazgos, alianzas y asociaciones entre sectores de gobierno y el sector privado, para identificar objetivos comunes con la participación de las comunidades. La inversión de los sectores será complementaria y con beneficios para todos, sin embargo, requiere planeación integrada de largo plazo, la integración horizontal (entre instituciones en el territorio) y vertical (entre los sectores e instituciones a diferentes niveles territoriales, por ejemplo Direcciones Territoriales de Salud municipal- departamental, Ministerio de Salud y Protección Social e Instituto Nacional de Salud, Organización Panamericana de la Salud y Organización Mundial de la Salud).
La capacidad de adaptación como componente modificable de la vulnerabilidad para disminuir el riesgo de enfermedades, lesiones, afectaciones o muertes atribuidos al clima y asumiendo la fuerte dependencia de la gobernanza, tiene: 1. Factores que la influencian o la determinan de manera individual y con sus múltiples interacciones; 2. Escalas espaciales y temporales relevantes en las que se desarrolla la capacidad de adaptación y la adaptación ; 3. Las relaciones entre la vulnerabilidad, la capacidad de adaptación y el peso sobre los factores determinantes a intervenir y 4. Las relaciones entre la adaptación y la sostenibilidad. (Magnan, 2010).
Diferentes factores de vulnerabilidad y sus magnitudes, requieren diferentes medidas de adaptación ante un mismo evento en salud sensible al clima, por ejemplo, la malaria en algunos territorios está determinada por las migraciones humanas, mientras que, en otros por el diagnóstico tardío y el tratamiento inadecuado sumado a la temperatura y la baja cobertura del programa de control. Lo anterior implica que además de implementar medidas generales en ambos lugares, en el primer caso, se debe centrar su capacidad en alertas por migraciones (que deben estar incluidas como factor de vulnerabilidad de los modelos que simulan enfermedad en el marco de los sistemas de vigilancia) y en el segundo caso, en mejorar el acceso al diagnóstico temprano y tratamiento adecuado o haciendo búsquedas activas de casos, en el continuo del tiempo.
De otro lado, hay factores bien conocidos que actúan en la vulnerabilidad a través de la capacidad de adaptación, la cual puede ser considerada como un mosaico de opciones debido a sus múltiples escalas y también porque son cambiantes antes e inmediatamente después de la ocurrencia de un fenómeno climático o ante la ocurrencia de una nueva amenaza, pero además porque los individuos y las comunidades expuestas a una misma amenaza climática, tienen resultados diferentes en salud así como diferencias en su recuperación. Dichos factores incluyen: pobreza, dinámicas demográficas, desigualdades y conflictos ambientales.
Colombia con el objetivo de mejorar la gobernabilidad en salud ambiental, estableció la Comisión Técnica Nacional Intersectorial para la Salud Ambiental – CONASA, a través del Decreto 2972 de 2010 y sus pares territoriales los Consejos Territoriales de Salud Ambiental – COTSA. Su principal función es el diseño, implementación y seguimiento de la Política Integral de Salud Ambiental – PISA, cuyo objetivo es mejorar la gestión integral de la salud ambiental.
Construir capacidad de adaptación para la salud ante la variabilidad y el cambio climático implica desarrollar acciones consecuentes con el mejoramiento de la gobernanza, que vigilen intervengan en los procesos de maladaptación, potencien los cobeneficios, disminuyan la vulnerabilidad y se complementen con las acciones de mejora o modificaciones en los programas de salud pública, la infraestructura del sistema de salud en el marco de la sostenibilidad y la participación del sector privado.