Sumándose al esfuerzo global, Colombia está comprometida a cumplir con sus compromisos adquiridos en el marco del Acuerdo de París mediante la formulación de La Estrategia Climática de Largo Plazo E2050.
Bogotá, febrero de 2021. Frente a la realidad del Cambio Climático, el Acuerdo de París (Ley 1844 de 2017), junto con otras iniciativas que abordan problemas también complejos como la pérdida de biodiversidad, ha venido trabajando en el establecimiento de metas y acuerdos que nos permitan avanzar hacia un futuro común resiliente a los cambios en el clima y a los desequilibrios medioambientales que imponen retos crecientes a toda la humanidad. Para esto, el mundo reconoce la necesidad de realizar transformaciones profundas, transgresoras y ambiciosas en todos los sectores productivos, para, año tras año, avanzar en la meta de reducir significativamente las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), de forma tal, que logremos colectivamente que la temperatura promedio del planeta no exceda los 2oC (idealmente 1.5oC) respecto de la era preindustrial (1750). Así mismo, todos estos esfuerzos deberán permitir aumentar la capacidad de adaptación de nuestras sociedades a los efectos adversos del Cambio Climático.
En este camino colaborativo global, Colombia se ha integrado a otros 59 países que, a la fecha, se han comprometido con lograr la carbono-neutralidad de sus economías en 2050, al tiempo que busca sumarse a los 17 Estados que han entregado a la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático sus estrategias de largo plazo, como prueba de compromiso en el camino de cumplimiento de los objetivos planteados en el Acuerdo de París.
¿Qué es la E2050 de Colombia y por qué es importante?
La Estrategia 2050 es un instrumento de construcción participativa, a través del cual, Colombia adquiere el compromiso internacional de continuar promoviendo las transformaciones nacionales que permitan cumplir colectivamente con el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, avanzando en la construcción de una sociedad carbono-neutral y resiliente al clima.
De esta manera, la E2050 es un instrumento orientador de las acciones nacionales, sectoriales y territoriales que permiten reducir significativa y ambiciosamente las emisiones nacionales de GEI, al tiempo que aumentamos nuestros stocks de carbono y desarrollamos las acciones para fortalecer o construir las capacidades de adaptación necesarias para reducir los riesgos asociados con los cambios acelerados en el clima.
Para que esto sea real, la E2050 parte de información científica robusta y de un amplio proceso de participación, acompañados por un Comité de Expertos, que identifican cuáles pueden ser aquellas acciones clave (apuestas) que nos permitan transformar los modelos productivos, desde unos carbono-intensivos, movidos por combustibles fósiles y tecnologías ineficientes, hacia unos carbono-neutrales sustentados por tecnologías eficientes basadas en energías alternativas. Este proceso de transformación deberá desarrollarse con el concurso de todos los actores públicos, privados y de la sociedad civil de manera que no signifique afectaciones que amenacen el crecimiento económico, la productividad, la competitividad, el empleo y en general, el bienestar de nuestro país y nuestras regiones. El esfuerzo de formulación de la E2050 es liderado por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, el DNP y la Cancillería, con el apoyo permanente del Gobierno Francés a través de sus agencias de cooperación financiera y técnica (AFD y Expertise France).
A la fecha, este proceso de formulación avanza siguiendo la Hoja de Ruta aprobada por la Comisión Intersectorial de Cambio Climático (CICC) en septiembre de 2019, desarrollando un marco conceptual para la Estrategia e iniciando un proceso participativo con actores públicos, privados y de la sociedad civil organizada, que permitan definir los temas que constituyan las apuestas que el país debe seguir para cumplir con los objetivos de carbono-neutralidad y resiliencia climática.
Aunque la E2050 se presentará internacionalmente como un documento, esta Estrategia implica más bien, la creación de un proceso nacional que permita periódicamente revisar, actualizar, mejorar y adaptar cada una de las apuestas y opciones de transformación que constituirán nuestra Estrategia de Largo Plazo, ya que a medida que el tiempo avanza, se hará necesario reconocer, recoger y potenciar los cambios progresivos, pero profundos, que como sociedad vayamos logrando. Con su visión ambiciosa, la E2050 deberá estimular al mayor compromiso nacional y regional, materializado en sus futuras NDC y en la implementación de los Planes Territoriales y Sectoriales de Gestión del Cambio Climático (PIGCC), así como de otros instrumentos de gestión que también promuevan temas como la circularización de la economía, la transformación productiva y energética, la sostenibilidad de las ciudades y la infraestructura, la conservación de la biodiversidad, la gestión prospectiva de los riesgos, entre otros.
Proyectarse a largo plazo implica un cambio en la mentalidad de las personas y las instituciones, acostumbradas a las fatigas del presente o del futuro inmediato; significa establecer referentes y metas a la distancia, fijar un norte, y estar dispuesto a tomar las acciones necesarias, cambiando paradigmas, articulando actores y procesos, para alcanzarlos. Así, la construcción de resiliencia climática significa avanzar sin miedo por la complejidad, la incertidumbre o el riesgo, que siempre existirán, entiendo que lo que viene es un camino evolutivo interminable y no simplemente el avance hacia una meta estática que una vez se alcance termina. La E2050 es, dado el ambiente global social, económico y político actual, la mejor oportunidad de trazar una senda que oriente la materialización del aparentemente esquivo desarrollo sostenible.